Poesía eras tú
(Book)

Alguna vez tuve la empresa (yo era el jefe y tenía un solo empleado) dedicada únicamente a publicar una revista literaria. Una de las cosas que hacía con frecuencia era llenar cartas poder. En ese entonces salía a comprarlas a la papelería. Hasta que un día se me ocurrió capturarla en mi computadora y, cuando fuera necesario, imprimirla. Hacia finales de 2007, en un momento de ocio, releí ese documento que casi todos firmamos sin entender cabalmente los términos legales que contiene (excepciones dilatorias y perentorias, almonedas, asuntos interlocutorios y definitivos, etc.) y decidí componer un poema de amor con esas palabras como un juego solitario sin fines de publicación. En junio de 2008 me invitaron a un encuentro de escritores en San Luis Potosí. Para concluirlo nos pidieron a los participantes leer algo de nuestra obra. Cada quién contaría máximo con tres minutos. Por supuesto los poetas tenían de dónde elegir. Un escritor de minificción podría haber leído su obra completa, pero a los narradores nos dejaban indefensos. Entonces me acordé que el poema titulado Carta poder lo tenía en mi computadora. Lo transcribí en una hoja membretada del hotel y lo leí. A algunos de mis colegas les gustó el juego e incluso hubo quien me pidió que le regalara el manuscrito. Ya de regreso en la Ciudad de México, me pregunté: ¿Y quién es ella, la destinataria?. De esa pregunta nació Poesía eras tú.

I once had a company (I was the boss and had only one employee) dedicated solely to publishing a literary magazine. One of the things he frequently did was fill out power letters. Back then I went out to buy them at the stationery store. Until one day it occurred to me to capture it on my computer and, when necessary, print it. Towards the end of 2007, in a moment of leisure, I reread that document that almost all of us signed without fully understanding the legal terms it contains (dilatory and peremptory exceptions, money, interlocutory and definitive matters, etc.) and decided to compose a love poem with those words like a solitary game without publishing purposes. In June 2008 I was invited to a writers' meeting in San Luis Potosí. To conclude, the participants were asked to read some of our work. Each one would have a maximum of three minutes. Of course the poets had a choice. A minifiction writer could have read his entire work, but the narrators left us defenseless. Then I remembered that the poem entitled Power Letter had it on my computer. I transcribed it on a hotel letterhead and read it. Some of my colleagues liked the game and some even asked me to give the manuscript to him as a gift. Back in Mexico City, I asked myself: And who is she, the recipient? From that question Poetry Was You.

In Spanish.